El Real Zaragoza empató ayer ante el Racing Santander. Lo hizo tras un partido serio con contados fallos en la defensa que ha planteado Javier Aguirre para salvar a los maños. Sólidos y aguerridos con un futbol lineal, de ideas básicas. Suficiente incluso con deficiencias para estar dos puntos fuera de la zona de descenso en una liga donde los equipos de abajo que aspiran a mucho y juegan a poco.
Con todos estas deficiencias de las que hablo el Real Zaragoza planteó bien el partido y mereció más premio. En la primera mitad en un fallo de marcaje, segundo partido consecutivo, de Paredes el Racing de Santander se ponía por delante. Único fallo de concentración del equipo blanquillo penado con el más cruel de los castigos: el gol. El empate vino por parte de Saïd Boutahar el único jugador que junto a Ander Herrera muestra algo más que garra y compromiso. El toque, la técnica, las ideas. Lo que el Real Zaragoza lleva careciendo en los últimos tiempos.
Esta falta de imaginación era ocultada por delanteros de primer nivel como Villa o Diego Milito. La solvencia atrás era correspondida con pólvora arriba. Sólo hay que recordar la temporada del aguerrido equipo de Chechu Rojo con Milosevic arriba o la gran temporada de Diego Milito esta vez, puede, que mejor acompañado arriba por Ewerton.
Esta buena puntería ha quedado relegada a mejores días. A aquellos por los que el Real Zaragoza cae simpático y por los que el equipo del león, amariconado en los últimos tiempo por el diseño, en el pecho son un club histórico. En este momento tiene tres jugadores sin gol. Sinama Pongolle no es un ariete referencia. No es un jugador acostumbrado a jugar sólo, a modo de isla, arriba ni con la presión de ser el salvador de otros diez hombres y miles de almas. Es un jugador de banda o segundo punta, pero no el 9 que este equipo necesita. Braulio, por su parte, es el típico delanterio gregario. Gran jugador para abrir espacios, presionar y ayudar al equipo, pero no con goles. Y Marco Pérez no da mucho más nivel que cualquiera de los canteranos maños.
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